domingo, 26 de abril de 2009

La heterogeneidad como modelo de organización del aula



Ramón Flecha habla sobre el aprendizaje dialógico en el congreso Ikaskom de Bilbao

Sólo desde la heterogeneidad debemos abordar el proceso educativo. La sociedad en la que vivimos es plural. Y los centros no hacen sino multiplicar la realidad de la calle en sus aulas. Por eso se hace necesario organizar los espacios y los grupos desde esa perspectiva de lo plural. Cuando hablamos de igualdad hablamos del derecho de cada persona para escoger ser diferente y ser educada en la propia diferencia. Nuestro objetivo como docentes debe ser respetar las minorías, bien por razón de su nivel de aprendizaje o por su pocedencia étnica, buscar soluciones consensuadas por toda la comunidad educativa frente a los problemas y lograr que dichas minorías alcancen los mismos niveles académicos que el resto.

Son muchos los centros de secundaria que practican sin embargo la homogeneidad en sus aulas. Desde una política exclusiva, se organizan los grupos partiendo de los niveles de aprendizaje de sus alumnos y alumnas. Se llega así a un etiquetado del alumnado y a una separación de los considerados capaces de los menos aptos. Esta separación produce desde el principio una situación de desigualdad educativa que reproduce las desigualdades sociales existentes entre grupos y culturas.

Cuando se agrupan a nuestros alumnos y alumnas por niveles o ritmos en lo que se conoce como “agrupamientos flexibles”, se producen efectos perniciosos. Las bajas expectativas que proyectamos en nuestro alumnado considerado como de bajo nivel de aprendizaje, acompañado de la descalificación por parte del resto de sus compañeros y compañeras, son en muchas ocasiones interiorizados llevando al fracaso escolar. Los centros educativos, y en este sentido los equipos directivos que así lo propician, abren aún más la brecha entre los grupos más rápidos y los más lentos, entre los cuales se agrandan las diferencias académicas y las referidas a la convivencia.

Si nos basamos en lo que dice la comunidad científica internacional, como dice Ramón Flecha, constatamos que las prácticas educativas que conducen al éxito escolar van en la línea de la inclusión como motor y eje organizador de los centros.


El proyecto Includ – ed, como proyecto integrado de la prioridad 7 del VI Programa Marco de la Comisión Europea, analiza las estrategias educativas que contribuyen a superar las desigualdades y que fomentan la cohesión social y las estrategias educativas que generan exclusión social, centrándose especialmente en los grupos vulnerables y marginalizados. Todos estos estudios conducen a una serie de conclusiones comunes que contradicen la segregación, los agrupamientos flexibles, los grupos homogéneos y la “clasificación” del alumnado. Este estudio se está llevando a cabo en más de diez países de la comunidad europea a lo largo de cinco años de intenso análisis, tanto de los centros de primaria y secundaria de las zonas urbanas como rurales, deprimidas o favorecidas. Todavía en España seguimos defendiendo modelos de organización que más allá de los pirineos no fomenta ningún país ni institución académica. Y que han quedado desfasados hace ya años.


Durante el mes de junio en nuestro centro nos reunimos los tutores/as de cada grupo con sus respectivos equipos educativos. En tales reuniones se organizan los grupos del curso escolar siguiente, teniendo en cuenta aspectos académicos, de convivencia, de relaciones personales y todos aquellos que puedan mejorar el clima de trabajo en cada uno de los futuros grupos. Se decide entonces crear lo que denominamos como grupos heterogéneos planificados. Los alumnos y alumnas promocionados son divididos en grupos simétricos, de modo que los alumnos sin problemas académicos son repartidos equitativamente entre los grupos del segundo curso. Igual criterio se adopta para el alumnado disruptivo, repetidor, con necesidades educativas especiales o que su unión pueda acarrear problemas de convivencia. Se intenta que cada grupo posea parecido número de alumnos académicamente buenos, de alumnado conflictivo, repetidor, etc. Todos los grupos de nuestro centro son igual de buenos e igual de malos que el resto. Y lo que es mejor, con esta política evitamos las tentaciones de un profesorado que ante grupos desiguales “lucha” por dar clase en aquellos con el alumnado más brillante. Es una política vergonzosa que solo busca la satisfacción de una parte del profesorado.


Nadie duda de la necesidad de fomentar el aprendizaje de un segundo idioma entre nuestros alumnos y alumnas. No obstante el modelo de organización que se propone desde los centros bilingües es francamente contradictorio con la filosofía que se desprende de todos los estudos acerca de qué prácticas educativas conducen al éxito. Los centros bilingües abogan por una exclusión del alumnado.Dependiendo del número de unidades que el centro posea, este tipo de institutos apuestan por grupos con alumnos seleccionados. Los más brillantes pasan a ocupar el grupo bilingüe, segregándolos del resto a donde van a parar aquellos otros con ritmos de aprendizaje más lento. Flaco favor hacemos los docentes al crear esta dualización académica que termina generando grupos “gueto” por abajo y por arriba. No se justifica esta organización solo en base a que una minoría de nuestros alumnos alcancen el nivel académico máximo. Y a veces parece que los eslóganes políticos prevalecen sobre lo que verdaderamente necesitan nuestros alumnos.


Desconozco si existe algún centro bilingüe “para todos y todas”. Pero en esa línea estamos los docentes que trabajamos en el IES Gregorio Salvador. Y no parece aconsejable renunciar a la inclusión a cambio de añadir un centro más a la lista de los institutos andaluces bilingües. Por encima están nuestros alumnos y alumnas.

miércoles, 22 de abril de 2009

Soñemos la Escuela que todos y todas deseamos

Comunidades de Aprendizaje se basa en la participación. Todos los sectores de la Comunidad intervienen en el proceso educativo. Se hace entonces necesario conocer cuáles son las inquietudes, las demandas y los sueños que cada uno deposita en la Escuela. Es la fase del sueño. En ella todos y todas pensamos qué tipo de escuela es la que deseamos y de esta forma nos expresamos en un proceso conjunto. Soñamos los profesores y profesoras, los familiares, el alumnado, el voluntariado y cualquier persona que desee implicarse en la enseñanza de nuestros alumnos y alumnas. Antes de iniciar la comunidad entre todos, soñamos en primer lugar qué es lo que queremos. Detectamos así las demandas de cada sector y recabamos las ilusiones de cada uno de los integrantes de una comunidade educativa. Una vez recopilados los sueños, podemos empezar a construir la escuela que queremos.

En nuestro Centro iniciamos la fase del sueño en Enero. Normalmente, los centros dedican de dos a tres meses a esta fase. Lo primero que hicimos fue comprar “cajas” que hicieron las veces de urnas en las que depositar los papeles que cada persona escribía y donde reflejaba sus sueños. Depositamos una urna para los sueños del profesarado en la sala de profesores. En ella era habitual ver a los compañeros y compañeras escribir sus sueños y depositarlos en la caja. Depositamos otra urna para los sueños del personal no docente, compañeros y compañeras a veces olvidados, pero que prestan una labor fundamental.

Para recabar los sueños de nuestro alumnado decidimos que cada tutor/a, en su hora lectiva con el alumnado, se llevase una urna. En ella, bien al principio de la sesión o bien al final, los alumnos escribían sus sueños en un papel y lo depositaban en la caja. Una vez finalizado, el tutor devolvía la caja a la sala de profesorado hasta que otro tutor/a volviera a utilizarla. Este proceso se hizo durante dos meses. A pesar de las escasas expectativas que teníamos en los sueños del alumnado, comprobamos hasta que punto se implicaron y escribieron cosas realmente interesantes. Una vez más, nuestros alumnos estuvieron muy por encima de lo que en principio imaginábamos.

Lo más complicado fue recoger los sueños de los familiares, del voluntariado y de la gente del pueblo. Decidimos entonces crear la primera comisión mixta que denominamos como “Comisión mixta de marketing”. Estuvo integrada por cuatro profesoras del claustro y por tres madres de nuestro alumnado. Elegimos a aquellas que tuvieran hasta entonces una mayor implicación en las tareas del centro. La Comisión fue reuniéndose periódicamente, normalmente en los recreos. Las madres nos aportaron ideas excelentes acerca de cómo difundir la fase del sueño entre la gente de Cúllar. Comenzamos a comprender la filosofía de una comunidad de aprendizaje: diálogo, participación, colaboración, consenso y trabajo en equipo entre todos los sectores de la comunidad.

Hicimos carteles de gran tamaño, confeccionados en una imprenta, que colocamos de forma estratégica por aquellos sitios que nos reconmendaron nuestras madres. Hablamos con los establecimientos más concurridos y en ellos dejamos urnas para los sueños. Se colocaron carteles en la fachada el Ayuntamiento, con los permisos pertinentes, así como urnas en la Casa de la Cultura del pueblo. Se llegó a utilizar un vehículo propio al que se colocaron unos altavoces y desde donde una profesora difundió la fase del sueño por el pueblo...

En el mes de Marzo recogimos todas las urnas. Fueron cientos de sueños los que logramos recabar de todos los sectores de la Comunidad educativa. Teníamos ilusión en comprobar qué escuela deseaba cada sector; si los sueños podían repetirse; si coincidían de alguna manera. Nuestra comunidad había soñado la escuela que quería. Y los sueños tendrían que ser, posteriormente, materializados.



lunes, 13 de abril de 2009

¿Qué hacer una vez formado el profesorado?

Lo primero tener paciencia. El paso inicial necesario pasa por el proceso de formación de todos los profesores y profesoras del claustro en la filosofía y los fundamentos de Comunidades de Aprendizaje. Desde nuestra perspectiva consideramos que el trabajo desarrollado por Ramón Flecha y su anterior equipo del CREA de la Universidad de Barcelona es una manera completa de acercase a la esencia a través de la denominada Fase de sensibilización. En Internet se pueden encontrar todos los datos necesarios para contactar con ellos e iniciar el proceso. En una entrada anterior he descrito algunos aspectos de la misma.

A partir de la formación es importante dejar un tiempo de reflexión. Es la llamada toma de decisión en la que el claustro madura la idoneidad de incorporarse plenamente al proyecto. El profesorado debe ser conciente de lo que supone formar parte de una comunidad de aprendizaje. El hecho de que los familiares y el voluntariado van a tener voz y voto supone acatar decisiones consensuadas con las que una parte de los profesores y profesoras puede no estar de acuerdo. La democratización de la escuela implica tener una nueva conciencia acerca de la enseñanza y sus procesos de organización. En nuestro Claustro aconsejamos que todo el profesorado, antes de la toma de decisión, leyera la obra "Comunidades de aprendizaje; transformar la educación" de Carmen Elboj Saso, Ignasi Puigdellívol Aguadé, Marta Soler Gallart y Rosa Valls Carol, editado por Graó.

Bien. Ya estamos decididos ¿Y ahora qué? Lo primero es transmitir la necesidad de cambio a los familiares y al alumnado del Centro. A los alumnos y alumnas es fácil la tarea. Poco a poco, desde todo el profesorado y contando con el apoyo de las tutorías podemos ir inculcando la filosofía de nuestro trabajo. Lo de los familiares es más complejo.

Difundir el proyecto entre los familiares es el paso siguiente en el que deberemos volcar toda nuestra actividad. Despacio. El objetivo es convocar una primera gran asamblea a la que estarían invitados todos los miembros de la comunidad educativa junto con personas adultas de la localidad. La llamada no podemos (no debemos) hacerla como solemos convocar a nuestras madres y padres, es decir, a través de una simple citación que enviamos por correo. En nuestro Centro nos movilizamos. Se informó al Consejo escolar, se informó a través de la radio local del pueblo, se informó a través de diversas concejalías del ayuntamiento…Incluso en sus respectivas homilías, el cura del pueblo animó a sus feligreses a esta cita. Intentamos movilizar todos los medios a nuestro alcance para dar difusión de la convocatoria.

La primera asamblea tuvo una respuesta impresionante. Constatamos que cuando a los familiares se les cita para algo más que para una simple reunión informativa (que es lo que solemos hacer en los institutos) la respuesta es masiva. En esta primera asamblea expusimos las bases de lo que queríamos hacer, de la filosofía del proyecto y de la necesidad que teníamos de participación consensuada con los familiares. En esta primera reunión aprovechamos para confeccionar los primeros cuadrantes acerca de los grupos interactivos.

Sobra decir que la asamblea tuvo lugar por la tarde, en las instalaciones del Centro. Que comenzó a las seis, una hora prudente. Lógicamente, el Centro invitó a una merienda a todos los asistentes. Se trató de dar a la reunión un carácter festivo y lúdico.

La respuesta de las madres fue ilusionante. Y para nosotros supuso el pistoletazo de salida del proyecto. Estábamos ya en el mes de diciembre. Teníamos un primer voluntariado dispuesto a participar en las actividades del proyecto. Nos embarcamos aún sin tener muy claro que era lo que realmente íbamos a hacer paso a paso. Si teníamos clara la idea de cambio, de un nuevo rumbo. Y lo más importante, con los familiares y personas adultas del pueblo de nuestro lado. Junto en la misma tarea.

La siguiente fase que iniciamos, una de las más ilusionantes, fue la fase del sueño.

sábado, 11 de abril de 2009

Las madres en la Escuela


No es fácil la labor docente. Los profesionales que nos dedicamos a este oficio sabemos de las dificultades a las que nos enfrentamos. Hay que superar prejuicios sociales heredados de tiempos pretéritos, a veces ganados con merecida fama. La labor del maestro y de la maestra parece perder peso en la sociedad actual. Transmitir los valores de la igualdad, del respeto y del trabajo continuo no tienen buena prensa entre nuestro alumnado. Además, dentro de nuestro colectivo, existen como en todas las profesiones, personas con escasa paciencia y nula vocación.

Pero es que tirar los viejos tabúes es una tarea difícil, que requiere una persistencia prolongada en el tiempo y alejada de cualquier desánimo. Entre los profesores y profesoras cultivamos nuestros propios “fantasmas”. Es habitual pensar que las madres, los padres y en general los familiares de nuestros alumnos y alumnas no nos entienden. Solemos caer en la idea de que no valoran nuestro trabajo y que, incluso, nos critican. De esta idea, forjada en los claustros, a fuerza de ser verbalizada y oída, terminamos todos impregnándonos hasta el punto de creer que ese pensamiento es real. En efecto, las madres y los padres de nuestros alumnos y alumnas no acuden al Centro, no entienden nuestra labor docente y no nos apoyan. Este mensaje es amplificado hasta el infinito por los medios de comunicación que solo se acuerdan de los Institutos en la “tele” cuando una madre o un padre ha agredido física o verbalmente a un compañero o compañera. Que horror. El muro de la incomunicación queda así cimentado sobre pilares idealizados que en ningún caso responden a la realidad. Al menos, a “nuestra” realidad.


No. La vieja idea de un colectivo de familiares en nuestra contra es literalmente falsa. Y el IES Gregorio Salvador puede certificarlo. No es cierto que las madres y padres estén contra nosotros y que no deseen participar. Naturalmente que cuando la convocatoria responde a un acto informativo la mayor parte de los familiares no acuden. Solemos quejarnos de la falta de representatividad de los Consejos Escolares. Pero todos sabemos que este órgano colegiado ejerce escasas funciones dentro del ámbito académico de un Centro. Por el contrario, cuando citamos a los familiares para opinar, decidir y consensuar entre todos y todas, la respuesta es masiva. Y los padres acuden por que tienen voz y sobre todo voto.


Qué difícil se hace romper tendencias. Lejos de ser falsa la idea de familiares poco participativos y con gran desidia, nuestras madres y padres están colaborando con todo el profesorado del Instituto de una manera encomiable, incluso más allá de una participación normal. No es fácil encontrar personas que durante su tiempo libre estén dispuestos a “trabajar” para la comunidad educativa. No es habitual encontrar familiares que a cambio de nada, nos acompañen en nuestras aulas, por las mañanas, colaborando codo con codo con los profesores y profesoras. No es normal que nuestras madres estén dispuestas a participar durante las frías mañanas del invierno. ¿Alguien de nosotros estaría dispuesto a regalar horas, por ejemplo, para ayudar en un Centro de salud?


Qué triste la imagen televisiva de las agresiones. Claro que existen y claro que hay que dar noticia de ello. Pero no es la norma de los Centros educativos. En muchos de ellos, profesionales de la docencia junto con madres y padres llevamos años trabajando en la misma dirección, apoyándonos mutuamente y colaborando en las tareas educativas. Ese es el futuro de la educación. Y en el IES Gregorio Salvador es ya nuestro presente. Desde aquí gracias a todas las madres, padres y familiares de Cúllar que con su ayuda desinteresada están logrando hacer de la labor educativa en nuestro Centro una tarea de todos y todas, donde la Comunidad educativa en su conjunto, de verdad, es la que educa y transmite valores.


viernes, 10 de abril de 2009

Una Escuela en Comunidades de Aprendizaje



Videoteca del CEP de Granada; entrevista con Ramón Flecha sobre Comunidades de Aprendizaje


Todo proceso de construcción precisa de bases ya cimentadas. Todos los que estamos implicados en la enseñanza deberemos coincidir en que la participación de todos los sectores de la comunidad educativa es pieza clave en el proceso. La pregunta es cómo hacer encajar todas esas piezas dentro del funcionamiento de un Centro educativo. La respuesta más adecuada la encontramos en la filosofía de “Comunidades de Aprendizaje”.

Rosa Valls define una Comunidad como “un proyecto de transformación social y cultural de un Centro educativo y de su entorno para conseguir una sociedad de la información para todas las personas, basada en el aprendizaje dialógico, mediante una educación participativa de la Comunidad que se concreta en todos sus espacios, incluidos el aula”. A pesar de la aparente complejidad, un Centro en Comunidades no es más que un lugar en el que la enseñanza es una tarea compartida por todas aquellas personas del entorno que de una manera u otra puedan echar una mano en el proceso educativo del alumnado. Se trata pues de abrir las puertas y mirar al exterior. Convocar a los familiares, a los agentes sociales del entorno, concejalías, asociaciones privadas y todas aquellas entidades dispuestas a colaborar en el hermoso empeño de la enseñanza. Ni más ni menos. Un centro en comunidades es por tanto un centro abierto, dialogante y participativo en el que se procura democratizar todas las decisiones que puedan afectar a la vida académica, de convivencia y de organización del mismo.

El proceso de transformación no es sencillo. Pasa en primera instancia por que el claustro, al menos en un 70% del mismo, asuma la transformación y esté dispuesto a llevarla hasta sus últimas consecuencias. La primera fase debe residir en la formación. Antes de iniciar el proceso es necesario que el claustro al completo se forme en la filosofía de Comunidades de aprendizaje. En España contamos con el trabajo de Ramón Flecha y de la Universidad de Barcelona, que están llevando a cabo lo que se denomina la “Fase de sensibilización”. Durante una semana, normalmente en el mes de septiembre (dura seis horas diarias a razón de treinta a la semana) el profesorado recibe una serie de sesiones que intentan explicar toda la fundamentación teórica, científica y práctica del proyecto. Es una experiencia fabulosa. Mi claustro recibió esta formación en el mes de septiembre de 2007. Y garantizo que nadie salió indiferente. De toda la organización se ocupó nuestro CEP comarcal de Baza (Granada).

A continuación se pasa por la fase de “Toma de decisión”. La fase anterior no compromete en modo alguno. En nuestro Instituto, el IES Gregorio Salvador de Cúllar (Granada, España) debatimos la conveniencia o no de nuestra incorporación a comunidades de aprendizaje. En el mes de noviembre celebramos un claustro extraordinario y en él decidimos por mayoría absoluta la incorporación al proyecto. Tan solo hubo dos abstenciones de un total de veinticuatro profesores y profesoras.

A partir de aquí iniciamos la llamada fase del sueño, una de las experiencias docentes más gratificantes que he realizado como profesional. Organizamos los grupos interactivos, las tertulias dialógicas y las comisiones mixtas.

Lo que realmente nos diferencia a día de hoy es la presencia de un voluntariado dispuesto a colaborar en las tareas educativas. Nuestro voluntariado lo forman básicamente las madres de nuestros alumnos. Quizás por el carácter eminentemente rural y la falta de trabajo, muchas madres están dispuestas a ayudar en horario de mañana. Ellas son la base fundamental sobre la que cimentamos nuestro proyecto.

Se pone así en marcha la idea y las bases del proyecto: participación, consenso, trabajo colaborativo, toma de decisión consensuada, aprendizaje dialógico, argumentos de validez y democratización de la Escuela.



miércoles, 8 de abril de 2009

De la escuela compensatoria a la enriquecedora


Si en algo coincidimos la plena totalidad de los docentes es en que el caballo de batalla en nuestras aulas es la atención a la diversidad de nuestro alumnado. Ninguna orden confeccionada por la Consejería, hecha con las mejores intenciones, puede darnos las herramientas suficientes para garantizar una atención adecuada a los alumnos que forman parte de nuestras aulas: alumnos brillantes, alumnos desmotivados, disruptivos y conflictivos, repetidores, con bajo ritmo de aprendizaje, etc. Un docente no puede satisfacer esta demanda, por muy buenas metodologías y predisposición que tenga. Es imposible atender a esta diversidad sin caer o bien en una nivelación por abajo, provocando bajos ritmos de aprendizaje que aburren a los más capacitados, o bien nivelando por arriba, dejando atrás un reguero de alumnos y alumnas que terminan engrosando las filas del comportamiento disruptivo. Por que, añadido al problema académico, viene siempre aparejado el clima de convivencia. Aparte del alumnado procedente de familias desestructuradas, que necesitan llamar la atención, nos encontramos con el alumnado que al no entender las explicaciones, se aburre y acaba charlando con el compañero de mesa; el resultado es el que hoy día tenemos en nuestras clases dificultad para explicar los apartados teóricos, desmotivación de una buena parte del alumnado y clima disruptivo.


Llegamos así a la enseñanza compensatoria. Los docentes nos plantamos la incapacidad para satisfacer todas las necesidades que surgen en el aula y dado que nuestro alumnado procede, si es el caso, de zonas desfavorecidas, de familias con bajo nivel cultural y social, terminamos impartiendo objetivos y contenidos mínimos. “No puedo hacer otra cosa” nos decimos y consolamos, pensando que al menos estos alumnos están recibiendo una enseñanza, aunque sea de mínimos. La Escuela deja así de cumplir uno de su objetivos prioritarios: lograr nivelar el nivel cultural y académico de los alumnos, independientemente de la zona de la cual procedan. Más al contrario, con la enseñanza compensatoria acabamos agrandando las diferencias entre los alumnos de zona urbanas y desarrolladas respecto de aquellos que proceden de las zonas rurales y deprimidas. La Escuela termina agravando estas desigualdades. Y nosotros, como parte esencial de este engranaje, somos responsables de esta “brecha cultural”.


¿Qué podemos hacer? Para empezar no seguir trabajando unilateralmente. Los Centros no podemos seguir enquistados dentro de nosotros mismos, pensando que al fin y al cabo no nos va muy mal y que el fracaso escolar obedece a factores sociales y económicos de los que yo profesor no soy responsable. Falso. La Escuela tiene que abrirse a su entorno y pedir ayuda de todas las personas que nos rodean. Tenemos que permitir la entrada de voluntarios, de familiares, de agentes sociales de asociaciones cultures y de todos aquellas entidades que pueden echarnos una mano. Se acabó la época del maestro encerrado en su clase. Es la hora de favorecer la entrada en nuestras aulas de familiares y voluntarios que puedan ayudarnos en nuestro trabajo para lograr la escuela enriquecedora. No es una utopía. Este objetivo podemos lograrlo a medio plazo y para ello la primera barrera a derribar es cambiar nuestro mentalidad. Los familiares deben entrar en nuestro Centro; debemos propiciar el encuentro, el diálogo , el debate y, mucho cuidado, el voto consensuado entre todos y todas. Solo así podemos pasar de esa enseñanza de mínimos a otra de mayor calidad. Con el trabajo de todos. La comunidad educativa trabajando codo con codo en estrecha colaboración.




martes, 7 de abril de 2009

La nueva sociedad informacional

La comunidad educativa en general tenemos la sensación de que el proceso educativo va muy atrasado en relación con las dinámicas de cambio social y de valores que tienen lugar en nuestros días. Es un sentir generalizado el hecho de que, cada vez más, los Centros educativos son auténticos “reductos” de una serie de valores que la sociedad no incorpora como suyos. Llegamos pues a una realidad difícil de asumir, donde el docente se convierte en baluarte y transmisor de valores que terminan diluyéndose en el camino. Es una triste realidad constatar como profesorado y familias van en caminos no paralelos, más bien al contrario, chocando en muchos casos. La brecha se abre ante nosotros, y lejos de poner soluciones sobre la mesa, los Centros educativos se enquistan en un intento infructuoso por acercar y convencer al resto de la Comunidad educativa. ¿Qué está pasando?
La sociedad industrial es una realidad del pasado. Estamos inmersos en una transformación encaminada hacia la sociedad informacional. Y los Centros educativos tenemos el deber de adaptarnos a esta nueva realidad. Lejos queda la época en que los papeles sociales estaban perfectamente asignados, de modo que el padre y la madre tenían claramente deslindadas sus funciones. Si un alumno/a era reprendido en la Escuela, sus padres hacían lo mismo en la casa, y aparentemente, escuela y familia iban de la mano, al menos en los temas disciplinarios. Hoy día la realidad es bien distinta. Los jóvenes cuestionan todos los aspectos, y la convivencia no puede seguir establecida sobre la base de “roles” imaginarios que se sustentan sobre pies de barro.
Es necesario establecer una comunicación dialógica que procure llegar a acuerdos y consensos. Todos y todas tenemos que trabajar en esta dirección. La jerarquía posicional tiene que dejar paso a la relación consensuada, basada en argumentos de validez y no en argumentos de poder que, si bien nos han funcionado hasta tiempos recientes, hoy día alimentan la crispación y la rebeldía. Y la Escuela no puede estar ajena a esta realidad, con todo lo que ello conlleva.
Es un nuevo reto. La comunidad en su conjunto tiene que formar parte de la realidad educativa de los Centros. Y esta incorporación no puede seguir basándose en relaciones institucionales, vía Consejos escolares, demasiado encorsetados.
¿Y qué estamos haciendo desde la Escuela? Junto a todos estos cambios miramos los Centros y vemos que han cambiado muy poco, exceptuando algunos aspectos de la Etapa de Educación Infantil y algunas experiencias en Educación Primaria. Seguimos considerando como elemento básico de referencia un profesor/a con un grupo al que tiene que trasladar una serie de conocimientos con metodologías más o menos activas, contenidos determinados por nivel o ciclo que se pueden flexibilizar más o menos en función de las características individuales o del contexto del Centro, y cuyo nivel de asimilación se comprueba en las diferentes evaluaciones, donde el alumno/a tiene que “volcar” todo lo que ha retenido, memorizado y en el mejor de los casos construido.
En esta dinámica y ante los problemas que van surgiendo de fracaso escolar y de convivencia no se suele pensar que hay que cambiar la Escuela. En general, se tiende a considerar que el problema es del alumno/a o de su familia y su entorno. Esto, a menudo, lleva a adoptar medidas más o menos segregadoras, como pueden ser sacarles del aula para compensar sus deficiencias, organizar grupos flexibles y/o elaborar adaptaciones curriculares individualizadas eliminando contenidos complejos y necesarios, con lo que de antemano se renuncia a alcanzar los objetivos de la Etapa aunque dicho alumno/a no tenga ninguna discapacidad. En nuestra Educación Secundaria solemos agrupar a quienes tienen más dificultades, sacándoles del aula ordinaria y si es posible del Centro. En fin, toda una serie de medidas que a estas alturas, al menos a muchos docentes de este nuevo siglo, nos parecen absolutamente encaminadas al fracaso académico y evidentemente, de convivencia. Y a las pruebas basta remitirse.

La escuela como motor de transformación



Todos los que nos dedicamos a la docencia deberíamos leer, al menos, una obra de pedagogía al año. Y me temo que no es así. Caemos en la enseñanza por reducción y en el mejor de los casos por vocación; pero en ningún caso nadie nos forma. Aprendemos por acumulación de errores mientras los cursos van pasándonos por encima. Y normalmente acabamos repitiendo los mismos esquemas que nos formaron en nuestra época de alumnos. Rara vez nos paramos a reflexionar. ¿Es esto todo lo que puedo hacer?

Hoy me gustaría recomendar la figura de Paulo Freire. Nació el 19 de septiembre de 1921. Freire conoció la pobreza y el hambre durante la Gran Depresión de 1929, una experiencia que formaría sus preocupaciones por los pobres y que le ayudaría a construir su perspectiva educativa.

Decía Freire: “La afirmación de que las cosas son así porque no pueden ser de otra manera es odiosamente fatalista y uno de los muchos medios con los que los dominantes intentar abortar la resistencia de los dominados”. Él pensaba que la educación podía y debía ser motor de transformación social y cultural del entorno. Creía que la Escuela no tenía que amoldarse al contexto en el que se situara sino por el contrario, provocar una renovación construyendo con todos los sectores sociales codo con codo una nueva identidad social.

Paulo Freire fue uno de los impulsores de la pedagogía de la liberación, una forma de entender la educación que se ubica en una horizontalidad de las relaciones humanas, y que, por tanto, implica el diálogo y la continua reflexión acerca de la propia realidad a lo largo del proceso educativo.

No es casual que Comunidades de Aprendizaje mame de sus fuentes. Parte de la filosofía que emana del proyecto arranca de la obra de Freire. El aprendizaje dialógico es su base metodológica.

Son muchas las páginas web que recogen la obra de este autor. Transcribo aquí una recopilación de sus famosas frases, que nos invitan a la reflexión:


  1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los estudiantes no han hecho

  2. Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado

  3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos

  4. Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo

  5. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando

  6. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad

  7. Enseñar exige saber escuchar

  8. Enseñar no es transferir conocimiento

  9. Nadie es, si se prohíbe que otros sean

  10. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación

  11. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión

  12. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo (por lo que la materia de pedagogía y lengua especialmente en la carrera de lingüística, es insulsa y no debe de pedir como trabajo de clases leer libros de tiós no conocidos)

  13. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa

  14. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación

  15. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas

  16. Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos

  17. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre

  18. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio"

  19. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra

  20. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización

  21. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACIÓN del hombre.

  22. La lucha ya no se reduce a retrasar lo que acontecerá o asegurar su llegada; es preciso reinventar el mundo. La educación es indispensable en esa reinvención.

  23. Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse sólo a la lectura de la palabra, a la lectura del texto, sino que debería incluir la lectura del contexto, la lectura del mundo.

  24. El mundo no es, el mundo está siendo

  25. Si soy puro producto de la determinación genética o cultural o de clase, soy irresponsable de lo que hago en el moverme en el mundo y si carezco de responsabilidad no puedo hablar de ética.

  26. Somos seres condicionados pero no determinados.